Ecuador sufrirá las inesperadas consecuencias del éxito de Bukele en El Salvador

Dudar a estas alturas del éxito de Nayib Bukele en El Salvador sería de necios. Algunos hechos: ha estabilizado el país, ha terminado con décadas de violencia e inseguridad y ha aglutinado a su vera a la mayor parte de la sociedad; solo hay que ver los resultados de las últimas elecciones celebradas en las que ha obtenido un porcentaje mayoritario altísimo, sin precedentes en la historia, sin ninguna duda de legalidad ni acusaciones ni sospechas de fraude electoral. Por último, ha puesto a El Salvador en el candelero, y conseguido que su país sea un ejemplo para el resto, al menos para aquellos que piensan que se puede luchar contra la corrupción, y ganar a los poderes corruptos establecidos.

Estos éxitos indudables de El Salvador en la lucha contra el crimen han tenido efectos colaterales, especialmente en Ecuador, que yo no había previsto. Y es que el negocio de la producción y transporte de sustancias ilegales es inmenso, y la demanda de esos productos en los países desarrollados no cesa en su aumento, por lo que los “empresarios” de la droga necesitan de nuevas localizaciones para seguir con sus actividades.

Los cárteles, como “buenos” hombres de negocio, huyen de los problemas. En el momento en el que se han dado cuenta de que en El Salvador perdían el control, que sus socios locales (pandillas) ya no les eran útiles, sino que empezaban a ser un problema, no les ha temblado la mano en abandonar a su suerte a esos grupos delictivos, y buscar nuevos lugares para desempeñar sus actividades.

En un mundo globalizado e interconectado, los éxitos de unos pueden convertirse rápidamente en un desastre para otros, por lo que ahora más que nunca se necesita coordinación en las acciones, colaboración activa entre estados

No han tenido que buscar mucho, la verdad, ya que “solo” necesitaban un país lo suficientemente pobre y fácilmente corruptible para comprar voluntades. Como todos conocemos, la corrupción política y policial en Ecuador es bastante representativa. Además, los niveles de pobreza siguen siendo muy altos, con una renta per cápita de unos 6.000 $ y un nivel de pobreza, y pobreza extrema de más de un 25% de la población.

Los carteles que tenían en El Salvador un aliado estratégico del negocio han tenido que mudar, por culpa de Bukele, parte de la operación. Para ello necesitaron encontrar un país que tuviera grandes puertos con salida a rutas comerciales internacionales, como es el de Guayaquil, en Ecuador, siguiendo el modelo del puerto de Buenaventura en Colombia. Para las mafias es relativamente sencillo controlar estos puertos para distribuir sus productos. Además, en el caso de Ecuador, se sitúa geográficamente entre los dos principales productores de cocaína que son Colombia y Perú, lo que le hace todavía más indicado para los traficantes.

Para el éxito del cambio, los carteles necesitan armar en Guayaquil una mínima implantación de organizaciones delictivas locales que gestionen el día a día de las operaciones: los Choneros, los Lagartos, los Lobos, o los Tiguerones, son algunos de los grupos que ya operaban en Ecuador, y que con la financiación y ayuda de los cárteles se han reforzado enormemente.

Por último, hay una particularidad que hace que Ecuador sea tan interesante para los cárteles. Su economía está dolarizada. Este detalle hace que se pueda lavar el dinero prácticamente “in situ”, que las mordidas y regalos sean más fáciles de ocultar y por supuesto dificulta a las autoridades el control del movimiento del dinero.

Bajo todas estas premisas, Ecuador debe implantar medidas urgentes tanto en el ámbito policial, como en el político y el económico para controlar la situación. Todavía está a tiempo de actuar, no sin un alto coste, sobre todo social y económico.

 Pero de no hacerlo, o hacerlo tarde, se expone a ser un estado controlado por las mafias que nadie puede prever como acabará. Además, todos los países vecinos, deben coordinarse y comenzar a tomar medidas, ya que se exponen a ser el próximo puerto franco de los señores de la droga. Y es que el enorme volumen de negocio que generan estas actividades ilegales, así como las características políticas, sociales y económicas de estos estados, hacen que casi ningún país de la zona esté a salvo en este momento.

Como hemos visto, en un mundo globalizado e interconectado, los éxitos de unos pueden convertirse rápidamente en un desastre para otros, por lo que ahora más que nunca se necesita coordinación en las acciones, colaboración activa entre estados y por supuesto la ayuda de los países desarrollados para, si no acabar, por lo menos acortar en lo posible las acciones de los grandes grupos criminales internacionales. Confiaremos en ello.

¿Quién será el Bukele ecuatoriano?

Asier Balaguer Navarro

Analista político

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