Marruecos, puerta de entrada de China a la Unión Europea

Entre Rabat y Pekín, los intercambios comerciales se han intensificado en los últimos años. China ve en Marruecos la posibilidad de sortear las medidas que buscan excluir sus productos en los mercados estadounidenses y europeos.

« El ministro marroquí de Industria nos dijo que los chinos lo contactaban todos los días y que teníamos que despertar antes de que fuera demasiado tarde ». Contada en abril de 2024 por el director de una empresa del CAC 40, esta anécdota lo dice todo sobre el creciente peso de China en Marruecos. Según las estadísticas aduaneras marroquíes, Pekín, que organizó del 4 al 6 de septiembre su cumbre del Foro de Cooperación China-África, se ha afianzado sólidamente desde 2007 en el tercer puesto como proveedor del reino alauí, llegando incluso a superar a Francia en 2020 y 2021, justo por detrás de España.

Entre Rabat y Pekín, los intercambios comerciales rozaron incluso los 8 mil millones de dólares en 2023, una cifra cercana a los 10 mil millones de transacciones realizadas ese mismo año entre China y Argelia. Pero la comparación termina ahí. En comparación con las inversiones y contratos chinos en su vecino, las realizadas en Marruecos, que firmó una asociación estratégica con China en 2016 y se unió al año siguiente a la iniciativa de las «nuevas rutas de la seda», siguen siendo bajas: menos de 3 mil millones de dólares entre 2005 y 2020, frente a casi 24 mil millones en el mismo periodo en Argelia, según los datos recopilados por el investigador Yahia Zoubir, afiliado al centro de investigación Middle East Council on Global Affairs de Doha.

Basta con observar la abundancia de grandes infraestructuras realizadas por empresas chinas en Argelia. Nada comparable en Marruecos, donde la única obra destacable en la que ha estado asociada Pekín es el puente atirantado Mohammed VI, de 950 metros de longitud, inaugurado en 2016. Sin embargo, China ha participado en la construcción del complejo solar Noor en Ouarzazate y se está posicionando para futuros proyectos de ampliación de la línea de tren de alta velocidad entre Kénitra, Marrakech y Agadir.

A thermosolar power plant is pictured at Noor II near the city of Ouarzazate, Morocco, November 4, 2016. Picture taken November 4, 2016. REUTERS/Youssef Boudlal

Las recientes declaraciones de varias empresas chinas, que han anunciado su intención de invertir cerca de 10 mil millones de euros en la fabricación de baterías eléctricas y sus componentes en Marruecos, han sorprendido a los observadores. Tanto es así que, en agosto, la revista británica The Economist colocó al reino de Marruecos entre los cinco primeros países que recibirán en 2023 inversiones chinas de tipo «green field», es decir, inversiones directas y nuevas instalaciones. Solo las empresas CNGR, en asociación con el fondo Al Mada, cuyo principal accionista es la holding Siger del rey Mohammed VI, y el gigante Gotion, podrían inyectar cerca de 4 mil millones de dólares en Marruecos.

A la conquista de los mercados estadounidense y europeo
Los funcionarios chinos no ocultan las razones que llevan a estas empresas a fijar su atención en Marruecos. «Esencialmente debido a sus acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea», responde el embajador de China en Rabat, Li Changlin, quien lo admite sin rodeos: «Durante mucho tiempo, Marruecos fue como una curiosidad para las empresas chinas, pero la relación entre Pekín y Rabat ha entrado en una nueva era», mientras que Washington y Bruselas, acusan a China de dumping, este verano decidieron aumentar los aranceles sobre las importaciones chinas de vehículos y baterías eléctricas.

Para el investigador Kyle Chan, de la Universidad de Princeton, el interés de las grandes empresas chinas se resume en un solo objetivo: «Acceder a los mercados estadounidense y europeo y eludir las disposiciones destinadas a excluir sus productos». Este especialista en política industrial china menciona como prueba el Inflation Reduction Act, un plan de reformas ecológicas adoptado por el Senado estadounidense en 2022: «Ofrece créditos fiscales para las baterías fabricadas con componentes provenientes de países con los que Estados Unidos ha firmado un acuerdo de libre comercio, lo que incluye a Marruecos».

Frente a un puñado de naciones que están aprovechando la ola de inversiones chinas en baterías eléctricas, Marruecos se beneficia de una segunda ventaja: sus reservas de minerales esenciales para su fabricación. En Guemassa, al sur de Marrakech, se espera que la primera fábrica de sulfato de cobalto del reino esté lista para 2025. Construida por la empresa de ingeniería China Electronics Corporation, este es uno de los proyectos clave de Managem, con el cual el grupo minero marroquí pretende responder a la creciente demanda de metales críticos. Su capacidad de producción anual se estima en 5.800 toneladas, de las cuales la mayoría será suministrada a Renault, mientras que Managem también proveerá al grupo alemán BMW y a la compañía anglo-suiza de comercio Glencore.

También en el portafolio de Managem, se espera que una fábrica de cobre, indispensable para los motores eléctricos y las estaciones de recarga, abra en 2025 en Tiznit, en la provincia de Taroudant. Las reservas del yacimiento se estiman en más de 600.000 toneladas. Sin embargo, los expertos aseguran que será el fosfato, del cual Marruecos posee el 70 % de las reservas mundiales, el que debería ganar especial importancia a medida que las baterías de litio-hierro-fosfato se vuelvan más comúnmente utilizadas en los vehículos eléctricos a nivel mundial, como ya sucede en China.

En menos de quince años, Marruecos se ha convertido en el principal productor de automóviles en África. Aprovechando este ecosistema automotriz y el puerto de Tánger Med, a menos de una hora de España y a cinco días de las costas estadounidenses, producir vehículos eléctricos en suelo marroquí para exportarlos parece ahora un objetivo alcanzable. Solo falta encontrar un fabricante. En 2017, el líder chino BYD firmó un protocolo de acuerdo en el palacio real, en presencia de Mohammed VI, pero el rival de Tesla finalmente optó por Hungría. Sin embargo, Kyle Chan señala: «No me sorprendería que la empresa volviera a considerar esta opción».

Intereses políticos comunes
Entre Marruecos y China, la complementariedad no es solo una cuestión de desarrollo. Al igual que Pekín, Rabat promueve el multilateralismo, la no injerencia y el respeto de la integridad territorial. En este sentido, la diplomacia marroquí apoya la política de «una sola China» y se abstiene de criticar la situación de los uigures, musulmanes turcoparlantes de la región autónoma de Xinjiang, de los cuales más de un millón han sido o son víctimas de una política de internamiento masivo.

Articulo original del periódico Le Monde . Traducción de francés a español, NLG

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