Y Trump no defraudó

Sirvan estas líneas como un análisis rápido del discurso de investidura de Donald Trump el cual siguió fielmente los argumentos ya expuestos durante la campaña electoral. El 47º presidente de los Estados Unidos va muy en serio.

Más allá de las amenazas de matón de colegio, y de las poco realistas de algunas de sus intenciones políticas, lo que sin duda se vislumbra es que todos aquellos consensos políticos, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial se habían dado por hechos, van a ser puestos en duda, cuando no directamente eliminados, iniciando así una nueva era geopolítica de consecuencias, por el momento, impredecibles.

Para la nueva administración de los Estados Unidos, Rusia no es una amenaza, como sí lo es para Europa, pero Europa, a Trump, le importa más bien poco (o nada). La verdadera amenaza para EE.UU es China, y bajo ese enfoque va a diseñar su política, tanto a nivel interno como internacional. El previsible abandono de la protección de Europa por parte de los Estados Unidos va a obligar a la Unión Europa a tomar medidas para su propia defensa y autoprotección, tanto en el ámbito económico como en el militar. Veremos cómo lo afronta, y el coste que esto va a conllevar, pero se esperan tiempos duros para la descendente Europa sin el “Tío Sam” cubriéndonos las espaldas.

Es previsible pues que la política exterior de Trump se centre en su “patio trasero”, donde la influencia china ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas. Vamos a ver una gran presión en Centroamérica, así como en Sudamérica, dado que tanto a nivel comercial como estratégico son de gran importancia para los Estados Unidos, dada su cercanía, la cantidad ingente de recursos que poseen y los enormes intereses de empresas estadounidenses en la región. También dedicará esfuerzos, posiblemente, en fortalecer las alianzas en el eje Asia-Pacífico con Corea del Sur, Australia, Japón y Taiwán donde la amenaza china es muy evidente. Mención aparte requiere México, con el que el choque va a ser inevitable, y dado el activismo ideológico del gobierno de Claudia Sheinbaum.

Quienes se enfrenten a Trump, y pongan obstáculos a su promesa de “una nueva era dorada” en la que Estados Unidos vuelva a ser temida y respetada, tienen muchas cartas de acabar siendo los perdedores.

En resumen, en sus primeros movimientos, Trump ha dejado meridianamente claro al resto del mundo cuáles son sus prioridades y cómo las va a afrontar.

Solo queda ver cómo reaccionan el resto de los actores internacionales.

Asier Balaguer

Analista político para NLG


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